Aunque yo no me atrevería a decir que nuestras agrupaciones hayan conseguido definir su propio estilo, que nos permita diferenciarnos de otros carnavales, lo que si es cierto es que hasta hace unos años el concurso se definía por unas características comunes que seguían más o menos todos los grupos. Una representación cañera o marchosilla que servía para presentar el personaje del disfraz, un par de pasodobles sentidos o cañeros, bien sean de temas locales o nacionales, pero siempre referidos a cuestiones sensibles ocurridas ese año, unos cuplés buscando la gracia bien en chistes "atemporales" o en la mayoría de las ocasiones dedicados a temas ocurridos y que podían servir de crítica o cachondeo sobre alguien o algo cercano, y por último unos popurris muy musicales, con mucho ritmo, con las cuartetas muy engarzadas y dedicados también a temás de actualidad (salvo la primera o como mucho la segunda que se dedicaba nuevamente al tipo) y al igual que los cuplés buscando la gracia a través de tocar cosas cercanas al público.
¿A esto se le puede llamar estilo propio? Quizás no, pero al menos era el sello de identidad de nuestro concurso, y es lo que el público esperaba escuchar y ver cada Febrero. Hay quien dijo, con acierto, que el repertorio de una comparsa era un repaso a las hemerotecas de ese año, y que los libretos constituían para el futuro como unas pequeñas enciclopedias que recogían en parte lo más destacado de nuestra intrahistoria. Y es cierto, y si no probad a leer los libretos de hace varios años.
Mientras tanto, Canal Sur se fue metiendo en nuestras casas, los viajes al carnaval de Cádiz son cada vez más masivos, la posibilidad de encontrar en Internet material de ese carnaval crece de manera abrumadora e incluso surgen relaciones de amistad con gaditanos carnavaleros.
Todo ello provoca que la influencia del carnaval sea cada vez más evidente (antes también la había, no vamos a engañarnos, pero era algo más liviana o disimulada).
Esta influencia, lógica por otra parte pues no olvidemos que hablamos de la cuna del carnaval, se manifiesta en dos aspectos muy destacables.
Una, que algunos grupos, pensando que no andaban muy sobrados de chispa y de gracia, optaron por repertorios más melódicos, más afinaditos, o sea más orientados hacia la comparsa gaditana, desviándose así de lo que aquí se hacía hasta entonces que estaba más orientado (sin serlo) a lo que podía ser una chirigota. Esta desviación voluntaria (todo hay que decirlo) forzó la necesidad de diferenciar en el concurso a las comparsas de las chirigotas, pues evidentemente no se podían comparar ambas modalidades en un mismo concurso. ¿Esta diferenciación ha sido un acierto? Pues no lo se. Por una parte si y por otra no tanto. Al separarse el concurso se ha quitado en cierta medida tensión negativa o fricciones entre grupos, lo cual es positivo, pero quizas hemos perdido en calidad en la final, pues al tener que estar un determinado número de agrupaciones por cada modalidad en la final no tengo yo muy claro que siempre estén presentes los mejores. ¿la quinta chirigota que se quedó fuera era mejor que la cuarta comparsa que si pasó? ¿o viceversa? No lo sé, tengo mis dudas, y es que ya lo dijo Julio Cesar "divide y vencerás".
El otro gran síntoma de la influencia gaditana ha sido la corriente surgida en determinadas agrupaciones por seguir el estilo de un repertorio dedicado integramente al tipo, en detrimento de la orientación hacia temas de actualidad como se venía haciendo desde siempre.
Esta forma de componer la entiendo en el carnaval de Cádiz, pues no olvidemos los fines comerciales de sus agrupaciones. Estos grupos necesitan repertorios atemporales y sin limitación geográfica, letras que puedan ser entendidas en Mostoles en el mes de junio. ¿Pero aquí está justificado? Tengo mis dudas.
Cada vez escucho con mayor profusión por parte de aficionados a nuestro concurso comentarios acerca de que muchos grupos no dicen nada en sus letras, que no se mojan, que no les entienden al fin al cabo.
Y es que hacer un buen repertorio integramente al tipo no es fácil, y se puede caer facilmente en el aburrimiento. Si hasta pasa con Cádiz. A mi cada vez me gustan menos los popurris, ni los de las comparsas (que son para echarlos al water) ni los de chirigotas: los cuales salvo alguna que otra cuarteta lo demás es predecible o aburrido.
Con eso no quiero decir que cantarle a la actualidad sea lo que mola de por si y sin más, también hay que currarlo, buscar el doble sentido, la agudeza, la inteligencia y el buen gusto, sin caer en la chabacanería o en los tipicazos del culo del Valiente, el bigote de la moñoña o las cejas del Acedo.
Por tanto, ¿cantar al tipo o a la actualidad? Pues no lo se, allá cada cual, que cada uno haga lo que quiera o lo que pueda, pero por favor que por lo menos que lo que se cante, se intente que sea bueno.
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